
En este año
2015, estaremos trabajando entorno de la obra de Franz Kafka, “La metamorfosis”,
que cumple 100 años de haberse publicado en este 2015.
Y nos hemos
propuesto, compartirles obras de Kafka en este blog y lo que estemos haciendo
el la Biblioteca a propósito del mencionado homenaje.
“El mensaje imperial”
FRANZ KAFKA
El Emperador, tal va una parábola,
te ha mandado, humilde sujeto, que eres la insignificante sombra arrinconándose
en la más recóndita distancia del sol imperial, un mensaje: el Emperador desde
su lecho de muerte te ha mandado un mensaje para ti únicamente. Ha comandado al
mensajero a arrodillarse junto a la cama, y ha susurrado el mensaje; ha puesto
tanta importancia al mensaje, que ha ordenado al mensajero se lo repita en el
oído. Luego, con un movimiento de cabeza, ha confirmado que está correcto. Sí,
ante los congregados espectadores de su muerte -toda pared obstructora ha sido
tumbada, y en las espaciosas y colosalmente altas escaleras están en un círculo
los grandes príncipes del Imperio- ante todos ellos él ha mandado su mensaje.
El mensajero inmediatamente embarca en su viaje; es un poderoso, infatigable
hombre; ahora empujando con su brazo diestro, ahora con el siniestro, taja un
camino al través de la multitud; si encuentra resistencia, apunta a su pecho,
donde el símbolo del sol repica de luz; al contrario de otro hombre cualquiera,
su camino así se le facilita. Mas las multitudes son tan vastas; sus números no
tienen fin. Si tan sólo pudiera alcanzar los amplios campos, cuán rápido él
volaría, y pronto, sin duda alguna, escucharías el bienvenido martilleo de sus
puños en tu puerta.
Pero, en
vez, cómo vanamente gasta sus fuerzas; aún todavía traza su camino tras las
cámaras del profundo interior del palacio; nunca llegará al final de ellas; y
si lo lograra, nada se lograría en ello; él debe, tras aquello, luchar durante
su camino hacia abajo por las escaleras; y si lo lograra, nada se lograría en
ello; todavía tiene que cruzar las cortes; y tras las cortes, el segundo
palacio externo; y una vez más, más escaleras y cortes; y de nuevo otro
palacio; y así por miles de años; y por si al fin llegara a lanzarse afuera,
tras la última puerta del último palacio -pero nunca, nunca podría llegar eso a
suceder-, la capital imperial, centro del mundo, caería ante él, apretada a
explotar con sus propios sedimentos. Nadie podría luchar y salir de ahí, ni
siquiera con el mensaje de un hombre muerto. Más te sientas tras la ventana, al
caer la noche, y te lo imaginas, en sueños.
FIN
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